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México revive la era del tren: Un ambicioso proyecto ferroviario que recuerda el legado de Porfirio Díaz

México se encuentra ante un parteaguas en su historia de infraestructura: un proyecto ferroviario de pasajeros que, por su magnitud y ambición, no se veía desde los tiempos de Porfirio Díaz. Con más de 260 mil trabajadores involucrados, el país se embarca en una de las movilizaciones logísticas más grandes de las últimas décadas, con el objetivo de conectar ciudades clave como Ciudad de México, Pachuca y Querétaro, y reactivar la economía desde sus rieles.

Un paralelismo histórico inevitable

Durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876–1911), México vivió su primer gran auge ferroviario. Bajo su mandato, el país pasó de tener menos de mil kilómetros de vías a más de 20 mil kilómetros, uniendo regiones aisladas, integrando mercados y facilitando el control político del territorio. Fue una estrategia de modernización a través del hierro y el vapor, financiada en gran parte por capital extranjero y con una clara visión centralista.

Hoy, más de un siglo después, el gobierno mexicano apuesta nuevamente por el tren como palanca de desarrollo, aunque con objetivos adaptados al siglo XXI: movilidad sostenible, conectividad regional, y una visión que prioriza el empleo local y la reducción de emisiones contaminantes. A diferencia del modelo porfirista, centrado en la exportación y el control territorial, esta nueva etapa busca equilibrar crecimiento económico con bienestar social y ambiental.

Una movilización de dimensiones históricas

La construcción de las nuevas líneas ferroviarias de pasajeros se convierte en un motor de empleo sin precedentes recientes, generando más de 260 mil empleos directos e indirectos. Este esfuerzo impactará comunidades enteras, tanto durante la fase de construcción como en la operación futura del sistema. Las estaciones, al igual que en la era de Díaz, se perfilan como núcleos de desarrollo local, atrayendo comercios, servicios y mejorando la calidad de vida de miles de familias.

Trenes para un México más verde y conectado

El proyecto se alinea con tendencias internacionales de transporte, apostando por tecnología moderna y estándares europeos. El objetivo: crear una red que reduzca la congestión vehicular, el consumo de combustibles fósiles y los tiempos de traslado, mientras conecta regiones que han permanecido desconectadas o relegadas por la infraestructura tradicional.

Sin embargo, el gobierno ha señalado que se reforzarán los estudios de impacto ambiental, con la experiencia del Tren Maya aún presente en el debate público. Esta vez, se busca evitar los errores del pasado y construir sobre un modelo más participativo y sostenible.

Por supuesto, aquí tienes dos párrafos que puedes integrar a la nota periodística o usar por separado, enfocados en Claudia Sheinbaum y su visión ferroviaria:

La recién electa presidenta Claudia Sheinbaum ha convertido al transporte ferroviario en uno de los ejes estratégicos de su plan nacional de movilidad. Con formación científica y un enfoque orientado a la sostenibilidad, Sheinbaum ha reafirmado su compromiso con un modelo de transporte público moderno, limpio y eficiente, que permita reducir la dependencia del automóvil particular y mejore la conectividad entre regiones. Su administración ha puesto especial énfasis en retomar el proyecto de trenes de pasajeros, no solo como una solución de movilidad, sino como una herramienta para impulsar el desarrollo económico local y combatir la desigualdad territorial.

A diferencia de proyectos ferroviarios anteriores que se centraban en el turismo o el transporte de carga, Sheinbaum apuesta por trenes de uso cotidiano para millones de personas, enlazando zonas metropolitanas con corredores industriales y centros urbanos emergentes. Entre las rutas prioritarias bajo análisis y desarrollo destacan Ciudad de México–Querétaro, Ciudad de México–Pachuca, y eventualmente, expansiones hacia el Bajío y el sureste. Con una visión integral que combina movilidad urbana, infraestructura ecológica y desarrollo regional, el plan ferroviario de Sheinbaum representa una evolución del legado ferroviario mexicano, adaptado a los desafíos del siglo XXI.

¿El retorno del ferrocarril como eje nacional

Lo que para Porfirio Díaz fue una herramienta de control y expansión económica, hoy se plantea como una respuesta a los retos contemporáneos de movilidad, sostenibilidad y empleo. Aunque los contextos son distintos, el espíritu de transformación nacional es similar. Así como el tren simbolizó el progreso a finales del siglo XIX, ahora podría convertirse en el emblema de una nueva era de desarrollo regional equilibrado y con rostro humano.

La gran diferencia radica en el enfoque: del centralismo oligárquico del porfiriato, al desarrollo regional con inclusión social que busca este nuevo proyecto.

México, otra vez sobre rieles, mira al futuro con los ojos en el pasado.


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