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Nuevo aeropuerto nace con “pecado original”

En la cuenca que alguna vez fue el gran lago de Texcoco de los aztecas, México está construyendo su “puerta al mundo”: un enorme aeropuerto que, según las promesas del gobierno, estaría en armonía con el entorno.

Funcionarios promovieron un diseño de terminales tan ecológico que sería una “referencia global” de sustentabilidad, y se comprometieron a rescatar terrenos deteriorados que rodean al aeropuerto.

Sin embargo, poco después de que comenzó la construcción en 2015, el gobierno parece haberle dado la espalda a parte de esa promesa y cedió tierras designadas a su conservación en los mapas del proyecto a funcionarios locales para su desarrollo.

Conforme la construcción avanza en el proyecto de infraestructura más grande de México en décadas, la muy anunciada iniciativa de protección ambiental aún está tan falta de detalles, dicen los críticos, que plantea preguntas de credibilidad y, de hecho, esconde un riesgo de inundación.

Es probable que los errores de hace siglos en gestión de agua y tierras se repitan, dice Fernando Córdova Tapia, un analista de la Universidad Nacional Autónoma de México que encabezó un grupo de científicos que examinaron la declaración inicial de impacto ambiental que dio el gobierno.

Entregar los terrenos que habían sido marcados para su conservación —cerca de 202 hectáreas— “es el primer síntoma de que están traicionando todo el proyecto y los esfuerzos de compensación ambiental”, dijo Córdova.

La oficina del presidente Enrique Peña Nieto defendió los planes y dijo en una declaración que “el proyecto está diseñado para mejorar la salud ecológica de la región y rescatar integralmente una zona que se encontraba ambientalmente degradada”.

El plan del gobierno requiere de una red de canales, túneles y cinco nuevas reservas para recolectar los vertidos que se drenan en la zona.

Octavio Mayén Mena, un portavoz de la agencia gubernamental que gestiona el proyecto, dijo que se está llevando a cabo la reforestación; la Comisión Nacional del Agua (Conagua) dijo que la construcción de las reservas comenzará el año siguiente.

Aun así, el gobierno federal todavía debe presentar planes ambientales detallados para el hotel del aeropuerto y las áreas comerciales, así como para la conservación y el uso de suelo de los casi 70 kilómetros cuadrados que rodean al nuevo centro de transportes.

El estudio por parte del grupo de Córdova advirtió que los pinos salados, la especie principal de la iniciativa de reforestación, no son nativos de México y son tan invasivos que podrían dañar todo el ecosistema.

El aeropuerto refleja las aspiraciones de Peña Nieto de convertir Ciudad de México en un centro de viajes en el continente y, en lo que entra a su último año de gobierno, también es parte de su iniciativa para establecer un legado.

El presidente, que no puede reelegirse y no es nada popular, se ha visto obligado a cancelar otros grandes proyectos de infraestructura debido a escándalos de corrupción y cortes presupuestales.

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