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Autobuses con energías alternativas ya son una realidad en la línea 3 y 4

Puertas se abren a los lados de un Metrobús eléctrico y decenas de usuarios bajan en la estación Etiopía. Una imagen que, hasta hace un año, no existía.

Aunque los usuarios dicen desconocer las ventajas ambientales de las nuevas unidades eléctricas que está adquiriendo el Metrobús, perciben un viaje más cómodo y, sobre todo, seguro, vayan parados o sentados.

Gabriela Abalmar lo resume en palabras concretas, al narrar los sustos y corajes en accidentes que ha presenciado por las puertas que se abren hacia adentro.

“No sabía de lo eléctrico, pero sí es más seguro. Una vez ya me tocó que se rompió el cristal de una puerta, de tan lleno que iba el de Tepalcates, al cerrar chocó muy feo con la gente y nos bajaron en la estación CCH”, recuerda la mujer.

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En aquella ocasión, agrega, tuvo que esperar varios minutos, retrasar sus planes y llegar tarde a su destino.

“Y no fue la única vez. Es que luego también como usuarios vamos bien distraídos con el celular. Una vez una señora no se fijó que su hija chiquita se pegó a una de las puertas, cuando el conductor abrió la puerta le dio en el tobillo izquierdo a la niña, y varios vimos cómo se le abrió una herida”, recuerda.



“Eso iba pensando ayer y ahorita, que ojalá veamos más buses con ese tipo de puertas”, asegura tras bajar de una de las nuevas unidades que circulan por las líneas 3 y 4, más las que vienen en camino.

Y aunque requieren de una gran inyección del Gobierno de la Ciudad de México al inicio, estas unidades eléctricas son más baratas a la larga, pues reducen los costos de operación en 33 por ciento.

“Cuesta más la operación de un autobús de lo que cuesta comprarlo. El diesel es caro y contamina, mientras que la electricidad baja y puede ser limpia”, explicó hace unas semanas el director del organismo, Roberto Capuano.

Escuchando el relato de Gabriela, otro usuario coincidió con su opinión: “ojalá pongan más de estos”, observa y señala con un dedo a la unidad que se va.

“No sabía, pero qué bueno, porque luego sí sacan mucha contaminación, y no sólo esos, también los (camiones) de RTP, deberían hacer algo con eso, porque tenemos que darle un respiro a nuestro planeta, que es nuestra casa y no la hemos sabido cuidar”, afirma Gabriela.

Para reducir este impacto, el Metrobús apuesta por otro proyecto ambiental: recargar sus unidades con biocombustible, fabricado en una planta de conversión de aceite de cocina desechado de la Central de Abasto.

“Ya es hora de cuidar nuestro planeta”, concluyó Gabriela.

Fuente Reforma

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