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Semana cargada de accidentes de transporte

En los últimos días hemos atestiguado un sinfín de accidentes en las carreteras de México. Aunque estos accidentes sí se reportan en las noticias, en realidad pasan un tanto desapercibidos, por la sencilla razón de que los asumimos como parte del paisaje noticioso cotidiano. Son costumbre. Ejemplos hay diario. Ayer un tráiler se impactó con un camión lleno de carne en la autopista México-Querétaro, generando un caos vial descomunal.

El fin de semana hubo 18 lesionados en el accidente de la carretera Xochimilco-Topilejo. Dos ya fallecieron. El mismo día del avionazo de Aeroméxico, también en Durango (hacia Parral), 10 personas murieron en un accidente en el que su autobús se impactó con un camión tipo torton. Hace algunos días, cuatro personas murieron cuando una camioneta Honda Fit se impactó contra una camioneta Chevrolet en la carretera Saltillo-Zacatecas.

En ninguno de estos accidentes hubo camiones de doble remolque, pero sí hubo muertos y escenas dantescas con gente prensada, desangrándose. Esto es importante porque parece ser que la discusión pública sólo crece cuando se involucran dobles remolques. Sólo entonces la ciudadanía se indigna masivamente y surge un clamor por prohibirlos, como si los muertos por accidente por doble remolque estuvieran más muertos que los que chocan con un torton, o de frente por rebasar en vía sencilla.

La Secretaría de Comunicaciones y Transportes contabiliza los accidentes por entidad federativa. Guanajuato, por ejemplo, acumuló 663 accidentes el año pasado, que arrojaron 146 muertos. Es decir, tan sólo en Guanajuato murieron más personas en sus carreteras y autopistas que todos los individuos que caben en un Embraer E190.

No basta, sin embargo, con contabilizar. Ese era tema pendiente, que de alguna suerte ya se ha ido resolviendo en lo estadístico. Falta, sin embargo, una política pública integral que aborde el gran desastre que se vive cotidianamente en las carreteras y autopistas de México, con programas de prevención; modernización de señalética; elevación de estándares para permitir la circulación por tipo de vehículo (sin obsesionarse únicamente con el doble remolque); sanciones inconmutables a faltas graves en los caminos; y ampliación de infraestructura para la flota vehicular creciente.

Urge que Javier Jiménez Espriú, próximo secretario de Comunicaciones y Transportes, prepare el plan para abordar el tema. México no puede ser un país desarrollado con tantos accidentes en sus autopistas.

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