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La importancia de Alemania en la industria automotriz de México

La historia de las empresas alemanas en México tiene más de un siglo. Desde que la multinacional Siemens se estableciera en el país durante el gobierno de Porfirio Díaz, en 1894, la iniciativa privada germana ha invertido en territorio nacional en sectores muy diversos, como el comercio, la construcción y los servicios financieros.

Sin embargo, el caso de las industrias manufactureras ha sido excepcional. Según datos de la Secretaría de Economía, de 1999 a 2018, este sector percibió el 80% de los flujos de inversión extranjera directa llegados desde Alemania. Esto representa 17,435 millones de dólares (mdd), de los cuales 11,016 mdd tuvieron como destino la fabricación de equipos de transporte.

Alemania, desde 2016, es el segundo país que más invierte en el rubro, sólo por detrás de Estados Unidos y superando a Japón.

Hay varias razones detrás de esta tendencia. Johannes Hauser, director general de la Cámara Mexicano-Alemana de Comercio e Industria (Camexa), señala que los puntos a favor de México son “la clara orientación hacia el libre comercio”, su ubicación geográfica, su población joven y una buena infraestructura. “Con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea, en 2000, México se volvió el único país en el mundo que permitía un acceso libre de aranceles tanto al mercado estadounidense como a la Unión Europea. Todo lo anterior le ha dado confianza al empresariado alemán”, dice.

En este proceso, primero llegaron las grandes empresas automotrices y luego les siguieron los proveedores más pequeños. Esto explica la temprana presencia de compañías como Volkswagen, que está en Puebla desde 1964, a la cual posteriormente acompañaron firmas como Continental y Bosch, destaca Manuel Neumann, regional manager de la Asociación Empresarial para América Latina (LAV, por sus siglas en alemán).

Una historia de sofisticación

Más allá de la idea de México como un país de mano de obra barata, los especialistas coinciden en que la especialización de los técnicos mexicanos ha dado certidumbre a los empresarios alemanes. “La mano de obra mexicana es reconocida no sólo por un bajo costo, eso es erróneo, no es lo que era hace varios años. Ha ido incrementando en complejidad y sofisticación, es erróneo considerarla barata, porque es altamente calificada”, comenta Carlos Sánchez, director regional de ProMéxico para Europa.

Según un informe del World Economic Forum, el país cuenta con un potencial importante de crecimiento en el sector manufacturero automotriz, y su estructura industrial “despliega rasgos deseables en la economía, como calificación de la mano de obra superior al promedio de las manufacturas, mayor uso y generación de tecnología, e importante vinculación con otros sectores”.

Esto ha ayudado a la conformación de clústeres importantes en el país, como en la región del Bajío y en el norte, que ayudan a surtir a otros mercados, como el asiático y el europeo. Todo esto se se traduce en que “quien llega a invertir, obtiene buenos retornos”, considera el directivo de ProMéxico.

Una prueba del nivel de sofisticación que ha alcanzado la manufactura mexicana es la producción de vehículos de lujo, que ha tomado fuerza en los últimos años de la mano de compañías como Mercedes-Benz y BMW. Esta última ha optado por fabricar su icónico Serie 3 en su planta en San Luis Potosí, que abrirá el próximo mes de junio, destaca Manuel Valencia, especialista en la industria automotriz del Tec de Monterrey.

A esta inversión se suman la de Audi en Puebla, para producir su modelo Q5; la de Volkswagen, para fabricar el Tiguan Allspace, y la cooperación de Mercedes-Benz con Nissan en Aguascalientes. Todas ellas implican montos de inversión totales que oscilan entre 1,000 y 1,500 millones de dólares, según la Camexa.

“Ya tenemos una historia de muchos años de eficiencia, y ahora la mano de obra mexicana está mejor calificada. Las maquiladoras pisan sobre seguro”, agrega Valencia.

Un futuro alentador

Según el directivo de ProMéxico, los empresarios alemanes suelen ser muy racionales y hacen tomas de decisiones muy meditadas, por lo que necesitan tener una gran cantidad de información, sin importar cuanto tiempo les tome reunirla, para apostar por un país. “Quien ya se decidió por México, sabe que no estará sólo tres o cinco años, sino que quizá sea como Siemens, con una presencia a largo plazo”.

Por ello, para el sector de manufactura de autotransporte, la ratificación del nuevo tratado de libre comercio México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) ha sido el tema más importante de los últimos años, pues cambia algunas reglas del juego.

“Es información muy valiosa que requiere la industria automotriz alemana, que sí ha generado un nivel de estrés importante porque cambia el estatus quo. Ellos habían hecho una planeación de largo plazo tomando en cuenta las reglas del anterior acuerdo, y ahora hay cambios que les obligan a redimensionar cierto nivel de operaciones, nuevas variables. Sin embargo, con la información oportuna y a la mano, puede traerles nuevas oportunidades de negocio (…) Se espera que los incrementos en las reglas de origen traigan nuevos flujos de inversión, quizá no inmediatamente, pero sí en el mediano plazo”, opina Sánchez.

No obstante, los empresarios alemanes parecen mantener el optimismo. Según una encuesta realizada en diciembre de 2018 entre los socios de la Camexa, el 61% mostró la intención de invertir durante 2019 en México, mientras que el 49% tiene planes de aumentar su personal y el 41% se mantendrá sin cambios.

“Son cifras que muestran la confianza que se tiene en México. Además, una vez ratificado el T-MEC, crecerá la presión para la industria de producir en la región de Norteamérica y así cumplir con las nuevas reglas de origen. En este contexto, es de esperarse una nueva dinámica en las inversiones de las compañías internacionales también en México”, concluye Hauser.

Fuente Expansión

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