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Así es como el e-commerce cambia la logística mundial

El comercio electrónico tiene el potencial de ofrecer a las pymes y a las microempresas acceso casi instantáneo a los mercados globales y realizar intercambios comerciales con gran número de clientes y socios en todo el mundo.

Por otro lado, los servicios logísticos juegan un papel crucial en los envíos de los bienes solicitados vía Internet por los consumidores, que además pueden ejercer su derecho de devolución utilizando estos mismos servicios.

Un reciente informe publicado por el Foro Económico Internacional examina los retos que está planteando el comercio electrónico internacional a los sistemas logísticos globales y su respuesta ante la creciente demanda de este tipo de intercambios. El documento se centra en los aspectos relacionados con el suministro físico de las mercancías adquiridas online.

El comercio electrónico ha transformado la distribución comercial minorista. Actores destacados del sector han tenido que reestructurarse ante la emergencia de esta nueva forma de establecer intercambios comerciales, que permite al consumidor acceder a una tienda abierta las 24 horas del día y los siete días de la semana durante todo el año, con la posibilidad de comparar productos y precios y de llevar hasta su propio domicilio los productos que ha seleccionado y comprado.

El nuevo entorno comercial ha traído consigo una importante transformación en el sector del transporte logístico. Las compañías de distribución que han conseguido ser lo suficientemente ágiles como para adaptarse a estos cambios son las que más éxito han tenido. Además, han surgido nuevos servicios logísticos y otros se han transformado. Por ejemplo, los servicios postales tradicionales se han transformado en operadores comerciales que funcionan aprovechando las ventajas del comercio electrónico.

Aunque los grandes operadores del sector logístico exprés han incorporado el comercio electrónico en su operativa, también necesitan la colaboración de otros operadores más pequeños y menos globales a nivel local para aumentar su capacidad de llegar a más lugares.

Por su parte, también han surgido operadores logísticos locales que han conseguido arrebatar parte del tráfico de paquetes para atender a las necesidades específicas de determinadas pymes o pequeños negocios, incluyendo servicios de almacenamiento y reparto.

La expansión del comercio electrónico internacional está acortando los tiempos de suministro, de manera que cada vez se ofrecen más servicios para llevar mercancías a su destino en el mismo día o incluso en un par de horas desde la realización del pedido. Como resultado, se han incrementado las expectativas logísticas de los consumidores, que demandan una mayor flexibilidad y unas opciones de suministro más ajustadas a su estilo de vida.

La tecnología está siendo aprovechada para optimizar el servicio logístico, tanto del lado de los proveedores como de los receptores finales, aunque son las grandes empresas del sector las que más invierten en aplicar soluciones tecnológicas debido a los elevados costes que implican.

El comercio electrónico transfronterizo está alcanzando cada vez más popularidad gracias a la economía digital. Se estima que entre 2017 y 2022 este tipo intercambios crezca un 17%, frente al 12% de todo el comercio electrónico. Un informe de DHL sugiere que el comercio electrónico transfronterizo supone casi el 15% de las ventas totales del comercio electrónico, y que este porcentaje aumentará hasta el 22% en el año 2020.

Una muestra de la expansión del comercio electrónico B2C (empresa a consumidor) es el aumento en un 73% de los repartos internacionales de paquetes en el período 2011-2015, según datos de la Unión Postal Universal, organismo especializado de Naciones Unidas que tiene como objetivo afianzar la organización y mejorar los servicios postales.

Las características de los productos más vendidos globalmente por Internet también están cambiando. Junto a los productos de moda y electrónica, que son los que más se venden por este canal, otras categorías de productos están alcanzando una mayor cuota de mercado, como los productos de belleza y cosmética, los productos para mascotas, alimentos y bebidas, productos farmacéuticos, artículos para la decoración y el hogar o los artículos deportivos.

Por otro lado, el incremento del comercio de ciertos productos, como los artículos perecederos o medicinas, necesita de un servicio logístico internacional más rápido y eficiente.

A pesar de las grandes oportunidades que ofrece el comercio electrónico internacional, las pymes se enfrentan a retos relacionados con los costes de aduanas o el conocimiento de los requerimientos fiscales o arancelarios. En muchas ocasiones, los costes de las operaciones de comercio electrónico transfronterizo dependen de almacenes centralizados que se encuentran en diferentes países que permiten minimizar los costes de envío y los derivados de otros aspectos logísticos.

Las ventas de comercio electrónico necesitan sistemas a menudo más complejos y deben afrontar retos operativos y regulatorios distintos a los del comercio basado en establecimientos físicos.

Entre ellos, los relacionados con el impacto medioambiental y las exigencias de sostenibilidad del transporte en las ciudades, la regulación de los empleos esporádicos (empleos “gig”), muy utilizados en la distribución urbana, y su repercusión sobre los costes, la preferencia de pagos en metálico frente a los pagos electrónicos en algunos países y los costes adicionales que ello implica, y la gestión de las devoluciones, que dependiendo de cada país y del tipo de producto pueden suponer unos costes añadidos mayores.

Otro de los retos que tienen que asumir las autoridades aduaneras es que el volumen cada vez mayor de envíos de paquetes de pequeño tamaño y bajo valor, que requieren diferentes capacidades logísticas. Además, algunos operadores comerciales no conocen bien las normas y la documentación exigidas en el intercambio internacional de mercancías y desconocen o ignoran las obligaciones fiscales y arancelarias a las que están sujetos sus envíos.

Fuente El empresario

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